miércoles, 17 de julio de 2013

Cap. 13 | Fuera de MI burbuja

Hablando de burbujas... Javier nuevamente se había insertado como por arte de magia en la burbuja que yo estaba intentando formar con Augusto. Cuando supo que estaba con alguien, no hizo más que intervenir, que molestar y aparecer. Lo noté desesperado, sentía que me iba a perder, se deshizo de su chica, la tal Vicki ya no era competencia alguna, pero ahora quien se sentía desdichado y con un rival al que no podía enfrentar era él. 
¿Cómo no sentirse abrumado por Augusto? Era bueno, lindo, caballero, me hacía reír y no tenía nada que ver con aquella relación enferma en la que me había envuelto él desde que nos habíamos conocido. Así fue tanta su desesperación que se apareció una tarde en casa.
Admito que me sorprendió, hasta me causó gracia. Si sabía esto desde antes, me hubiese puesto de novia con el primer fan que aparecía en mi vida. Pero no era eso, Javier sabía que los otros chicos que había conocido con anterioridad no eran iguales a Augusto, mucho menos a él. Esta vez, Javier, no se sentía el Dios supremo de mi vida, y eso lo sacaba de órbita. 
A penas abrí la puerta, entró, saludó a mamá, y se sentó en uno de los sillones del living. Lo miré, le ofrecí algo de tomar, negó con la cabeza. Tenía la mirada hacia abajo, no podía ver sus ojos que siempre chispeaban color y luz. Le dije de ir a charlar a mi habitación, lo noté confundido y preocupado. A penas entramos me dijo: "Quisiera saber qué tanto vale la pena el flaco con el que andás." Se tiró a mi cama en la que alguna vez habíamos dormido juntos y yo había sido feliz y me invitó a recostarme. Quedé inmóvil como cada vez que me sorprendía, como cada vez que lo veía, me hablaba o escuchaba hablar de él. Le pedí que fuera breve, que tenía que salir. Se sentó, se agarró la cabeza y me dijo: "No sé en qué andás, pero no quiero que te hagan mal. No quiero." Juro por Dios que quise asfixiarlo con la almohada, tirarme encima y aplastarlo, sentí deseos de matarlo, sentí odio y bronca. No entendía sus palabras, a qué venía con todo esto. Es la persona que más daño me hace y me viene a hacer estos planteos. Siempre igual pensé. Yo tenía que bancarme a Vicki y a todas las flacas con las que andaba, se la pasaba dándome explicaciones, argumentando de porqué les daba bola y por qué a mí no, me tenía cansada con el: "no te quiero lastimar", "no te quiero ilusionar", "no quiero que pienses mal de mí". No pienso mal de vos, no quiero pensar más en vos que es diferente. Me matás. Venís así como si nada y me hacés estos planteos pelotudos. Pensé en las mil formas en la que podía causar su muerte así de una vez por todas iba a llorar, pero no porque no lo podía tener, porque estaba con otras en mi cara o porque me trataba mal o me hacía sentir una idiota, esa vez iba a llorar, pero por otra cosa. Conté hasta diez, volví en sí, dejé todos esos pensamientos en el inconsciente y le pedí que se fuera. 
Sonó mi celular, era Augus. 
Augusto: Ya estoy listo, avisame cuando salgas que te espero.
Yo: Tuve un imprevisto, en cuanto me desocupo te llamo y nos vemos.
A penas corté la comunicación Javier me interrogó. Le dije entonces: ¿Qué te pasa, nene? ¿Estás loco? No podés venir a mi casa, entrar como si nada, hacerme planteos de este tipo, decir que no querés que me lastimen cuando sos vos el que me vuelve loca, cuando sos vos el que me genera frustraciones. Dejame tranquila, hacer mi vida. Estás acá porque sos un egoísta, porque te da placer saber que estoy atrás tuyo, saber que me gustás, que me preocupo por vos, que no dejo de pensar en vos, no porque a vos te pase todo esto conmigo. Somos grandes, Javi, no soy tonta. Así como yo te dejé de molestar cuando vos me dijiste que te podía generar un problema con tu novia, ahora vos hacelo por mí, si me querés aunque sea un poquito, hacelo por mí. Complaceme una puta vez en la vida.
Me dijo: Me escribís canciones, me hablás, me decís que me vas a ir a ver y yo soy el que hace planteos pelotudos? Te estoy diciendo que no quiero que te hagan mal, vos no sabés elegir. Sos inocente y no te das cuenta de las cosas, yo no creo que el pibe con el que estás esté ni un poco a tu altura, a lo que vos necesitás. 
Me acerqué, me senté al lado, lo miré fijo a los ojos y le pregunté: ¿Qué es lo que necesito? Bajó la mirada, hizo una mueca, la que hacía siempre que estaba confundido, movía los ojos y la boca de una forma muy graciosa, a mí me encantaba cuando lo hacía, me hacía sentir que estaba preocupado, esa mueca me informaba que algo para él no andaba bien. Y supe que no tenía la respuesta a mi pregunta, porque a pesar de que a veces no sabía que tenía entre manos, que a veces no tenía idea con qué iba a salir, lo conocía, y conocía cada uno de sus movimientos, porque así era yo, cuando algo me interesaba demasiado observaba, investigaba y hacía anotaciones mentales. Javier se alejó, se alejó una vez más de mí, se alejó de mis ojos, de mis labios, se paró, dio una mirada a mis cosas, vio una foto nuestra en mi escritorio sin el cuadro, tirada, sola, como abandonada, me miró, hizo un gesto con las manos y se fue. Se fue de nuevo y me dejó agonizante, sin aliento y con ganas de llorar.
Agarré mi cartera, respiré profundo y salí. Me subí al bondi, me puse los auriculares y en mi celular sonó: "fuera, fuera, fuera vanidoso, fuera, fuera, fuera, mentiroso, fuera, fuera, fuera de mi vida..."

Cap 12 | La burbuja de Gretta


La semana transcurrió normal, no tenía mucho tiempo para pensar en lo que había pasado con Javier. Con las chicas estábamos organizando un desfile para juntar dinero para nuestra fiesta de egresados. Julieta era la más eufórica, estas cosas la hacían alucinar, se ocupada de casi todo. No voy a negar que a mí también me encanta ocuparme de estas cosas, pero la verdad es que tenía la cabeza así como en otro lado y esta vez no era Javier. Tampoco era Augusto. Era Gretta. Gretta que parecía no saber qué hacer con su vida, con su dolor, su bronca, y con Diego. 
Me sentía algo culpable. Yo tenía mucho que ver con todas las incertidumbres que hoy se le presentaban a Gretta. Con las chicas creímos que una vuelta por el departamento de Diego no iba a estar nada mal, le aconsejamos que fuera aquella noche, que se diviertiera, que disfrutara y que se olvidara un poco de Chicho, de los engaños y de lo mal que la estaba pasando durante esos últimos días. 
Presentía que nos habíamos equivocado. Ahora Gretta se encontraba envuelta, enroscada y hasta casi muerta de amor. No entendíamos nada, y nos daba miedo, nos daba mucho miedo de que Gretta sufra más de lo que ya estaba sufriendo. Estas son las cosas del amor que no entiendo. ¿Cómo puede ser que siempre caigamos con la misma piedra, que siempre choquemos con la misma pared, que siempre nos desacomoden las neuronas las personas que no deberían hacerlo? A Gretta no se le había desacomodado una sola neurona, yo creo que las había perdido para siempre, las tenía desacatadas, enloquecidas, esparcidas en cualquier otro mundo.
Era extraño. La veías llorar, insultar a chicho y a los dos mínutos la tenías hablando embobada sobre lo que había hecho con Diego la tarde anterior, o el mensaje que acababa de mandarle. No voy a decir que no la bancaba, ya lo dije antes, con las chicas siempre nos bancamos, no importa lo que sea, siempre nos ayudamos, nos entendemos, pero juro que esta vez yo no la entendía, mucho menos Clari. Para Clara, Gre tenía que volver con Chicho y no ver nunca más en la vida a Diego, pero era inevitable. Diego se había vuelto el sujeto más nombrado,  el más "amado", para nosotras era infumable. Sentíamos que quería caernos bien. Una noche, que nos acompañó a mí y a Gre hasta casa se lo dije, le dije que a pesar del comportamiento de Chicho, yo lo seguía queriendo a él. No aceptábamos a Diego y eso finalizaba siempre con enojos, peleas, entre dichos. No queríamos que eso pase, no queríamos perder a Gretta, pero ella estaba ciega y nosotras de esta relación no teníamos el control.
Nuestra preocupación ya no era arrancarle la cabeza a Chicho, ni pincharle los ojos con un tenedor, nuestra violencia había desaparecido. Gretta creía que no estábamos de su lado. Se quejaba, y eso generaba mucho malestar, pero nosotras en realidad no queríamos que esté con Diego, no queríamos que se entere Chicho, teníamos más temor que Gretta, a quien no parecía importarle tanto. Cada vez que Diego aparecía, Gretta quedaba atrapada en una burbuja, una burbuja completamente ermética, irrompible, burbuja en la que no podíamos entrar.

martes, 2 de julio de 2013

Cap 11 | mi obsesión

Era para mí algo así como una obsesión mirar el facebook de Javier, lo miraba al rededor de tres o cuatro veces en menos de una hora. Estaba completamente desquiciada, su historia de amor con Vicki me tenía desconcertada, tan desconcertada como el embarazo de Clara, como lo que le hizo Chicho a Gre, como lo mucho que había cambiado Fla en estos últimos días y lo enamorada que estaba Juli de Pacho, tan desconcertada como los besos que acababa de darle a Augusto hacía tan solo 20 mínutos al despedirnos. Estaba demente o algo así... No sé.
Pensé que la presencia de Augusto en mi vida iba a cambiarlo todo, y Javier iba a desaparecer de ella por completo, pero no, ahí continuaba yo pensando en él. No sé cómo hacía, no podían dejarme sola, a penas tenía cinco mínutos libres, sin Augus, sin las chicas, sin pensar en Bariloche, sin pensar en la fiesta de egresados, los disfraces, sin Pilar, y CHAU, Javier aparecía como por arte de magia. 
No pasaron cinco mínutos en que me había despedido de Augusto, había subido al colectivo rumbo a casa que estaba mirando la última conexión de Javier. Entonces le hablé. No sé porqué lo hice, hacía un mes que no sabía nada de él. Escribí, borré, escribí, borré. Yo no era para nada insegura, pero Javier provocaba eso en mí, inseguridad, temores. Nunca sabía qué escribirle, ni cómo, jamás sabía cómo se iba a tomar las cosas, a veces me hacía sentir una inútil, entonces ese era mi miedo, que una vez más me haga sufrir. Solo escribí "hola". Nunca antes había respondido tan rápido. Me habló como si el plantazo de hacía un mes atrás no hubiese pasado, como si yo no le hubiese dicho cosas horribles, me habló normalmente, como en las épocas en la que nos llevábamos muy bien. Me llamó la atención, pero seguí su juego, como siempre hacía. Me acuerdo que dijo que tenía ganas de verme y de charlar, que hacía rato no sabía nada de mí, y que le entusiasmaba la idea de escucharme hablar pavadas como suelo hacer siempre. Ya no supe qué responderle. Javier me gustaba, jamás me había dejado de gustar, claramente en un mes no nos olvidamos de las personas que queremos por más que nos hayan hecho sufrir, pero las cosas con Augusto estaban mejor que nunca y no lo quería arruinar, mucho menos por Javier, que lo único que generaba en mi vida era incertidumbre y tristeza. 
Admito que me sorprendí cuando me llamó y me dijo: No pensás contestar mi divertida propuesta de vernos?  Me sonreí, definitivamente jamás se enteró de eso. Le dije que tenía cosas que hacer, pero a penas me desocupara, lo iba a esperar al colegio. No sé de dónde saqué tanta fuerza y no le respondí que SÍ desesperadamente al primer mínuto. Me sentí importante y creí que todo eso era producto de la buena estrategia de conquista que usaba Augusto en mí. Me equivoqué y recordé que así era yo cuando algo no me interesaba demasiado o hasta quizás me repregunté si era mi estrategia de conquista hacia Javier, que así como a mí, para nada le gustaban las cosas cuando se ponían fáciles.
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Esa noche no dormí, di vueltas y vueltas en la cama. Las chicas preguntaron qué me pasaba, si lo había visto a Augusto y si las cosas estaban bien. Respondí solo monosílabos. SI, NO, SI, NO. Juli que bien me conocía me llamó por tel y le conté que el problema de mi vida había aparecido y que claramente yo tenía la culpa de todo, que lo inicié todo. Juli por primera vez no me retó, me dijo que si lo necesitaba, que fuera a verlo, que hablara con él, pero que sola me iba a seguir dando cuenta de que lo único que hacía Javier era perjudicarme.
Me acuerdo que me dormí escuchando uno de los temas de Luis Fonsi que me había hecho escuchar Juli, era uno de los que más me gustaba, de hecho el que más me gusta. El tema decía claramente cómo era mi estado en ese momento. ¿Qué hice? Se lo escribí: "Mi corazón da un paso en falso y vuelve a tí, sigue latiendo contra mí...". Y esperé una respuesta que durante toda esa noche jamás apareció, que me quitó el sueño y no me dejó dormir.

Cap 10 | Son todos iguales.

Había quedado detonadísima después de hablar una hora por teléfono con Greta. Estaba enfurecida. Chicho era un ímbecil. Todos los hombres lo son, pero esa tarde lo habíamos comprobado. 
Juli había acompañado a Clara a un control, Ema no podía ir, así que Juli, como siempre se ocupó del asunto. Yo me había juntado con Fla a terminar unas cosas para el cole, y Greta se había ido a encontrar con alguien. No sabíamos quién, pero era alguien que había estado molestando toda la mañana con mensajitos turbios e insoportables. Así que fue. No quiso que ninguna de nosotras la acompañe. De hecho, yo sola sabía a dónde iba en realidad. Las chicas le habían dicho que no fuera.
Recibí un llamado de Gretta llorando. Una hora al teléfono diciéndome cosas que no entendía. Lo único que había captado de toda la conversación, de las diez mil palabras con llanto y al parecer con mocos  era algo así como que Chicho era un traidor, basura y que la había engañado. A penas corté la miré a Flavia que no entendía nada, ni siquiera yo entendía porqué dije tantas palabrotas adelante de la nona de Fla. Apoyé el celu sobre la mesa y dije: Chicho se la mandó. Flavia que poco aprecia al sexo masculino dijo más insultos que yo claramente, bajó la mirada y siguió haciendo las cosas del cole. La llamé de nuevo a Greta.
Yo: Escuchame, Gre, no cortes, gorda. ¿Dónde estás? ¿Querés que vaya para allá?
Greta: Estoy caminando.
Yo:  Bueno... ¿Dónde?
Gretta: No sé... Siento que me voy a desmayar.
Se corta la comunicación. Agarro mis cosas y me voy. No sabía a dónde. Empecé a llamar a Clara y a Juli, no atendían. Flavia salió corriendo atrás mío. No sabíamos a dónde buscar a Greta. Es en estos momentos cuando deseamos que los amigos tengan un chip y encontrarlos gracias a algún tipo de gps o algo así.
Flavia intentaba comunicarse con Greta, pero no atendía los llamados. Al fín me llama Juli.
Juli: ¿Qué pasa, loca? 13 llamadas perdidas... ¿Alguna más?
Yo: Boluda, se pudrió todo.
Juli: ¿Con qué? ¿Qué pasó? No me asustes. ¿Javier?
Yo: Nono, Greta.
Juli: ¿Qué pasó, Paloma? POR DIOS.
Yo: Chicho es un idiota.
Juli: Ya sabemos. ¿Qué más?
Yo: Camina con Clari hacia la plaza, la que está en frente del cole, te veo ahí en quince mínutos.
Juli: Pero, dale, tarada! Decime qué pasó? Te juro que voy y lo agarro con mi metralleta imaginaria.
Yo: Le puso los cuernos. No sé bien. 
Juli: ¿Queeeeeeeeeeeeeeeee?
Yo: Lo que escuchás.
Juli: Ah! peroooo... es el más grande de los idiotas del mundo!
Yo: Escuchame, hablé con Greta, me dijo que se iba a desmayar y me cortó. Flavia está llamándola y no atiende.
Juli: ¿Y porqué vas a la plaza? ¿Se fue a encontrar con la flaca que estaba molestando hoy?
Yo: Sí.
Juli: Le dijimos que no fuera.
Yo: Te veo allá. Beso.
Llegamos con Fla a la plaza, creo que nunca caminamos, ni corrimos tanto. Habíamos hecho el ejercicio que no hicimos por años. Las vemos a Clara y Juli sentadas en un banco.
Clara: La estamos llamando, pero no atiende.
Flavia: No estará con el otro flaquito, no?
Clara: ¿Alguna tiene el número?
Yo: Claramente no.
Juli: ¿Llamaron a la casa?
Yo: No, es que le dijo a la mamá que venía de Fla.
De repente la vemos venir con Diego. 
Fla:  Te dije que estaba con ese inútil.
Diego nos saluda y todas lo miramos con cara rara.
Diego: No se siente bien, no sé qué pasó, la encontré caminando por Constitución como perdida y llorando.
Fla: ¿No podés hablar, Greta que nos tiene que contar todo este chabón?
Juli: Bancá que seguro se siente mal.
Diego le soltó la mano a Greta y nos pidió que la cuidemos y llevemos a la casa.
Yo: Vayamos a tomar un remis.
Clara: Yo me voy a casa, chicas. Ahora pasa mi viejo por acá. Esperen que venga.
Greta se largó a llorar, la miramos a Clara y la abrazamos todas. No entendíamos nada, pero sentíamos que teníamos que estar ahí. No sabíamos bien qué había pasado con Chicho, ni porqué este chico nos daba tantas explicaciones y nos decía cómo teníamos que proteger a nuestra amiga, si de algo sabíamos nosotras era de protección... 
Clara se fue a la casa y nosotras la acompañamos a Greta. Los papás se asombraron al vernos entrar, definitivamente no esperaban nuestra visita. Entramos casi corriendo a la habitación y nos encerramos con llave. Greta estaba algo así como inmutada y nosotras no queríamos abasallarla con nuestras preguntas hasta que volvió a llorar. Juli la abrazó, le dijo que se tranquilice, que nosotras no la íbamos a dejar y si era necesario nos íbamos a quedar a dormir con ella para hacerle compañía.
A la noche ya estábamos todas instaladas en su casa, había venido Clara, y mientras nos reíamos y comíamos algo, Greta habló del tema. 
Greta: Les voy a contar todo, chicas. Gracias por bancarme todo el día. Ahora siento que puedo hablar. 
Comenzaron a caerse algunas lágrimas...
Greta: Me encontré con la chica esta. Me contó muchas cosas de chicho que yo no sabía, me dijo cosas puntuales que él hizo, con fechas, horarios...
Fla: Ah! pero qué hijo de puta!.
Greta: Siempre me mintió, chicas. Me boludeó y no me engañó con una, sino con varias. La angustia que siento es impresionante.
Clara: Pero.. a ver, Greta... No podés estar segura. No la conocés a la mina, no sabés quién es. Y si es todo mentira.
Greta: No puede ser todo mentira, las cosas que me dijo, cosas que yo sabía que supuestamente había hecho... No es mentira. Y lo peor es que no sé cómo encararlo. No sé qué hacer con esto que siento. Estoy muy dolida.
Juli: No es para menos.
Greta: Me llamó dos mil veces y no lo atendí.
Yo: Pero tenés que hablar con él, Gre. Tenés que ser fuerte, encararlo y romperle la cara.
Fla: Sí, no lo dejes por teléfono. Hablá personalmente, desquitate toda esta angustia.
Greta: Lo odio, chicas. Estoy mal, realmente mal.
Clara: Yo no creo que sea cierto.
Fla: Pero, Clara! No estás escuchando vos?
Clara: Sí, pero no sabemos quién es la mina.
Juli: Eso no importa, vos ahora tenés que hablar con chicho, cuando estés preparada para hacerlo, en el momento en que lo desees. Si querés dejar pasar unos días, hacelo. Total... No se merece ni un poco que hables con él, aunque sea lo lógico, pero hacelo cuando te sientas con ganas.
Greta: Sí, voy a ver qué hago.
Yo: No estés mal, amiga. Estamos acá para bancarte.

Cap 9 | Su aroma a través de la lluvia.

Llovía. Y mi estado era desastroso. Una vez más había caído en su trampa. Javier me había dicho de vernos, lo esperé creo que más de cuarenta mínutos, y las gotas empezaron a mojarme, y junto con las gotas mis ojos comenzaron a lagrimear. Me sentí una inútil. Peor que eso no podía estar, hasta se me había corrido el maquillaje. Me quedé inmóvil mirando hacia el piso un largo tiempo, alguien levantó mi mirada y lo vi. Lo vi sonriendo, con cara de ángel y mirada pícara. No, no era Javier. Era un príncipe encantado que venía a rescatarme. No me dijo nada, solo me dio la mano y empezamos a caminar bajo la lluvia. Creo que intenté acomodar mi cara, pasé mis manos por debajo de mis ojos y me reí, habían quedado negras del maquillaje, estaba con el chico más lindo del universo, caminando de la mano y aparentaba ser una ciruja. Por alguna razón Augusto no había hecho ninguna pregunta. Me habló de lo mucho que le gustaba caminar bajo la lluvia, que venía de ver a su abuela y que me encontró de pura casualidad, que le encantaba verme y que a pesar de mis fachas, de haber estado llorando por algo que él no sabía le parecía hermosa como el primer día que me vio. Me sonreí y a penas intenté contarle algo de lo que me había pasado me encontré dándole besos de telenovela, los besos de Marcos y Victoria  en dulce amor eran insignificantes al lado de los besos que nos estábamos dando con Augusto. Realmente eran de novela y sentí que se habían movilizado todas las partículas de mi cuerpo. Ni los besos de Javier sabían así. Fuimos a merendar, lo primero que hice fue ir velózmente al baño, me vi y me sentí peor, intenté ponerme linda, les hablé a las chicas, les envié una foto llorosa y salí. Ahí estaba él. Parecía de mentira. Yo no entendía porqué estaba siempre tan sonriente. Sus labios felices iban de oreja a oreja y su mirada decía todo lo que querías escuchar. No hacía falta que diga nada, creo que me perdí más de una vez en su voz, en sus ojos mientras parloteaba. No puedo descubrir aún si en algún momento se dio cuenta de lo mucho que me dispersaba de la charla mirándolo. No podía dejar de observarlo. Era dulce, lindo y me hacía reír. 
Después de haber charlado varias horas le dije que me tenía que ir y le agradecí. La lluvia no había sesado, pero caminé de nuevo con él felizmente hasta la remisería. Me besó y me fui. Seguí mirándolo por la ventanilla y lo observé por última vez. Me di vuelta, y mientras le indiqué la dirección al conductor, suspiré profundamente. Su aroma había quedado en mí, me sonreí.

domingo, 17 de febrero de 2013

Cap. 8 | Mariposas en la panza


Juli hacía un año más o menos estaba de novia con Juan, pero habíamos ido a bailar para levantarnos un poco el ánimo, y conocimos unos chicos, entre ellos estaba Pacho, y ella había quedado flechada con él. La verdad es que como mejor amiga, me caía mucho mejor que Juan, que era un aburrido. Pacho era un poco más chico que nosotras. Creo que uno o dos años, de todas formas no lo aparentaba, parecía de nuestra edad al menos. 
Creo que estaba algo alcoholizado cuando se animó a hablarle. Julieta lo miró con su mejor cara de odio y siguió bailando y hablando con sus otros amigos. Greta le habló a Pacho y se rio un poco de su estado, le dijo que así no iba a conquistar a nuestra amiga. Pacho a penas valvuceaba. Era morocho, no muy alto e hincha de tigre, no podía olvidarme jamás de eso, nos enfermó con su equipo, hasta lo agregamos al facebook, su nombre era: Pacho tigre corazón. Julieta se horrorizó cuando él le envió la solicitud. Dijo: "Ayy por dios! No puede llamarse así, seguro vende ajo. Igual está no está tan mal."
Semanas después no paramos de escuchar el nombre Pacho por un segundo, mi amiga se había enamorado y por fín se iba a deshacer del pobre Juan, que para mí "apestaba".
Nos juntamos a cenar en la casa de Clari, mamá Nuria nos había preparado unos canelones deliciosos. Luego Juli, Greta, Fla y yo nos fuimos a bailar, nos encontrábamos con el grupito de Pacho. Esa noche era LA noche. Juli y Pacho habían hablado todos los días y ella tenía todas las ilusiones puestas en esa noche. Yo también las tuve a penas lo conocí a Augusto. Era del grupo de amigos de Pacho. Era hermoso, alto, flaco, nariz perfecta, boca hermosa, tez blanca, era definitivamente el estilo de chico que a mí me gusta. Así como por arte de magia Augusto se me acercó y nos pusimos a hablar. Me contó que hacía capoeira y yo le pregunté si conocía a mi amigo Martín, así era. Siempre el mundo tan chico, pensé.
En un parpadeo Julieta estaba a los amorronacos y besos con Pacho, se los veía bien. Yo la notaba encantada, igual Pacho tenía que pasar el test de mejorcis, sino nada de esto iba a funcionar. 
Llegamos a casa y nos fuimos a dormir. Juli daba vueltas, al parecer no dejaba de pensar, además pateaba mi cara y eso me molestaba bastante, me acosté de su lado y la interrogué.
Juli: No sé qué hacer, Palo. Te juro por dios que me encanta Bruno!
Yo: Bruno?
Juli: Sí, así se llama Pacho. 
Yo: Estás mal por Juan?
Juli: Y... no está bueno lo que estoy haciendo. Pero no lo puedo controlar.
Flavia: Estoy despierta también y quiero acotar a la conversación.
Juli: Necesito consejos, chicas.
Flavia: Dejalo a Juan, Juli. Pero dejalo como persona normal, no por teléfono.
Juli: Obvio que no. 
Todas se rieron.
Yo: Qué sentís, Ju? Decime. Yo te quiero ayudar, pero no sé qué es lo que pasa con Juan ahora... Te encanta Pacho, pero con Juan qué? Lo amás? Te pasan cosas?
Juli: No sé...
Flavia: Si estás confundida alejate de los dos.
Juli: No es fácil, Fla.
Habíamos estado horas hablando del tema. Juli no quería lastimar a su novio, pero tampoco quería dejar de verse con Pacho, se sentía entre las nubes con él y no quería dejar de sentir eso.
Yo: Para mí, amiji, tenés que terminar tu relación con Juan. Se me hace que no da para más y no te estás sintiendo bien. Si te hace tan feliz estar con un flaco, creés que tienen mil cosas en común, te divertís y te encanta, no hay mucho para pensar. Dale vuelta a la página y arriesgate por algo nuevo. No estés con alguien porque te da pena ponerle fin a una relación, eso no te hace bien. Yo te quiero ver feliz, porque sos mi amiga y te amo.
Juli me abrazó y se pudo dormir. No sé si mis palabras habían sido suficientes para hacerla sentir mejor, sólo sé que a partir de esa conversación todo había cambiado para Juli, porque logró decidirse y pudo charlar con Juan. Le costó, no fue nada fácil. Juan había sido un gran amor, no lo iba a olvidar, pero era momento de ser feliz y con él ya no lo era. No sabíamos si era Pacho o quien sea que fuera, pero lo que sí sabíamos era que con Pacho ella tocaba el cielo y se jugó por él, por conocerlo, y por aquello que él le hacía sentir.

Cap. 7 | "No quiero estar sin tí."


"No quiero estar sin ti, si tú no estás aquí me sobra el aire, no quiero estar así, si tú no estás la gente se hace nadie. Si tú no estás aquí NO SÉ qué diablos hago amándote. Si tú no estás aquí sabrás que Dios no va a entender por qué te vas... NO QUIERO ESTAR SIN TI... Si tú no estás aquí me falta el sueño, no quiero andar así latiendo un corazón de amor SIN DUEÑO..."
Esa misma letra le había escrito a Javier después de haberlo visto. Había salido del cole y mientras caminaba con Juli para su casa, LO VÍ, y una vez más se me vino el mundo abajo. Él estaba hermoso, blanco, celestial y sus ojos brillaban a la luz del sol de principios de marzo. Cruzaba la calle con varios amigos, idiotas como él dijo Julieta unas cuadras después. La miré y me puse a llorar. Ella me abrazó. Ni siquiera yo sabía porqué lloraba. Él actuó normal conmigo, me saludó, me preguntó cómo estaba y siguió su camino como si nada, dejándome inmóvil. 
Yo era la ilusa que se derretía con solo verlo, me paralizaba el alma. Así me sentía cuando lo veía, a penas podía sentir su beso en mi mejilla. Prefería no haberlo conocido nunca. No podía seguir así, no podía seguir haciéndome la tonta con todo esto que sentía. No podía hacer de cuenta que estaba todo bien, cuando me moría de amor. Me hacía mal.
Discutí algunos mínutos con Julieta. Hasta aclamó por una ronda de amigas. Me agotaba explicarle las razones. Yo entendía lo que ella me decía, quería impedir que yo siga sufriendo y que él me siga tratando como lo hacía, con frialdad. Como si nada de mí le importaba. Yo en el fondo sentía que sí, y no iba a parar hasta demostrarlo. Demostrárselo a Juli y demostrárselo a él, que con tanto empeño lo negaba. 
Los segundos que pasaron de haberle escrito la frase de esa canción fueron eternos. Luego de haberlo envíado tuve miedo, me arrepentí, pero lo hecho, hecho está y esperé una respuesta, miré a cada segundo el celular. Me temblaban las manos cuando vi que leyó y comenzó a escribir. Esas cosas tecnológicas dan miedo. Se la pasan avisando todo: si le llega, si lo lee, si está respondiendo, pero nadie te avisa cuando van a romper tu corazón. Si supiéramos eso de ante mano habrían muchas cosas que podríamos evitar... Como los JAVIERES por ejemplo.
Y él respondió: "sos la más linda". Ya lo había leído y escuchado varias veces cuando al parecer hacía algo que estaba bien para él. Pero juro por dios que no había respuesta más depresiva que esa. No le respondí y quedé dura mirando el celular. Julieta vino con el té que había preparado y me sacó el teléfono. - No ves que es idiota? - Dijo.
A los segundos continuó escribiendo, me dijo que quería verme y que hablemos. Creo que si tenía un espejo en frente hubiese visto mi cara iluminada y feliz. Por otra parte el encuentro con Javier para mí era sospechoso y aún así me daba miedo, nunca sabía qué podía pasar cuando se trataba de él y sus mente rara y retorcida. 
Fui, lo esperé en la plaza. Aparecío con dos cuartos de helados. Se acercó sonriendo. Me sentí en un sueño hecho realidad. Se sentó y me dijo: Estás loca vos eh. Me sonreí, así como me dejaba inmóvil, me dejaba muda, sin palabras. Sacó la tapita del helado. Me hizo mimos en la cabeza, le encantaba despeinarME o despeinar a la gente. Yo aún no entendía que estaba pasando.
Javier: No vas a tomar tu helado?
Asentí con la cabeza.
Javier: Qué pasa, Palu? Estás muda ahora, gordi?
Le dije que era un molesto y que me sorprendía tanta amabilidad. Tomamos los helados y hablamos de la vida, hablamos de todo menos de que lo que yo creía que teníamos que hablar. Javi era raro, pero se podían tener charlas de personas normales a veces. El problema es que yo no quería hablar de su perro "pepito", de su mamá chef o sus hermanos profesionales. Yo quería hablar de él y de mí, de lo que me pasaba y de lo que a él NO. Y entonces le dije: No pensás responder nada más que "sos la más linda" a la canción que te escribí? 
Javier: Por qué pensás que estamos acá?
Yo: No sé... Decímelo vos.
Javier: Es que te juro, Paloma, que ya no sé qué hacer con vos. No te das cuenta que no está bueno que me escribas esas cosas. Puedo estar con Vicky y me generás un problema.
Vicky, otra vez Vicky pensé. Tanto helado para qué?
Me quedé callada mirándolo. Creo que lo odié, indiscutiblemente lo odié. Me tenía cansada. Y se lo dije, le dije que me agotaba su forma de ser. Le dije: Javier no te entiendo! Me tenés arta! Artísima! Me volvés loca, no sé qué hacer YO con vos. Venís todo lindo, me decís para vernos, traés helado con mis gustos preferidos, me tenés una hora amándote y de repente me decís estas cosas. Sabés qué? Me voy. Me voy y no me molestes más.
Me fui sin saludarlo, enojada. Él me hablaba x el chat, no recuerdo cuántas cosas escribió. Lo único que sé es que le puse que se quedara tranquilo y que nunca más lo iba a molestar. Así como envié eso, lo eliminé. Y sentí que fue lo mejor que hice en mucho tiempo. Lo mismo pensaron Juli y las chicas. 

Cap. 6 | El inombrable tenía nombre: Andrés.


El sábado anterior al comienzo de clases fue un loquero, con las chicas fuimos de compras. No fue compras de shopping, fue compra de útiles para el colegio. Nos volvimos locas con todo lo que había, Juli se encargó de comprarse la colección de Kitty, cartuchera, carpeta, lapiceras, goma, todo lo que encontraba. Estaba enloquecida y besaba sus útiles, siempre tan eufórica. Ese día escuché al menos cincuenta veces su frase de cabecera: "Me muero muerta en cómodas cuotas", todo le encantaba y se moría muerta de amor con cada cosa que veía, lo hacía siempre igual, le encantaba todo. De todas formas todas éramos un poco así, compradoras compulsivas.
Después de desvalijar la librería nos fuimos a tomar un helado y nos sentamos en la plaza a charlar. Flavia nos contó acerca de una discusión que tuvo con su mamá. Estaba cansada de decirle que no quería escuchar, ni saber nada sobre Andrés, y su madre no hacía más que recordarle su existencia. Eso la alteraba un poco. No sabíamos qué decirle a veces para calmar su angustia y enojo. Nosotras lo detestábamos mucho más de  lo que ella creía. Pero a veces no hay palabras para hacer desaparecer el dolor de las personas, la bronca o cicatrizar aquellas heridas, mucho más difícil era con Fla. 
Flavia había sufrido muchísimo todos estos meses, no era fácil para ella. Le costaba mucho salir a flote y nosotras intentábamos hacerla sentir bien. Andrés fue su primer novio, su primer "todo", ella creía de alguna forma que esos cinco años juntos no habían sido en vano y tenía muchísimos proyectos con él, y eso creo yo, era lo que más le dolía. Todo su futuro, sus sueños y metas eran al lado de él, y él ya no estaba. No lo podía soportar. Tenía días buenos, en los que no hacía otra cosa más que reírse, disfrutar de la soltería, y de lo que nosotras llamábamos "la chapadora", pero otros días, eran grises y oscuros, como ese día en la plaza. Esos días no habían chistes, ni "ravioles" que la hicieran sentir mejor.  Sentía que eran inútiles mis ganas de hacerla reír, los abrazos de Greta o las frases de top model de Juli, ni siquiera que Clara le dijera lo mucho que la necesitaba, la hacían sentir mejor. Flavia se inundaba en su mundo, al igual que yo cuando pensaba en Javier, pero esto sí que era diferente. Ella detestaba con todo su ser que el nombre ANDRÉS fuese dicho en su presencia, y su madre se había encargado esa semana de recordárselo otra vez. No habían lapiceras de kittys, ni cinco kilos de helado que la hagan sentir mejor. Solo estaba ahí, quejándose de todo, con el seño fruncido y la vista baja. Creo que nos veía para no sentirse tan sola, o para que no nos enojáramos, porque sabía con qué clase de amigas trataba, esas cosas no nos caían bien y si no venía con nosotras, estaba frita. Así que luego de tomar su helado, se fue. Así era ella, impulsiva, y cuando sentía que las cosas no estaban bien, huía. No huía por temor, ni mucho menos, huía de incomodidad, Flavia prefería encerrarse a escuchar música en su cuarto, y nosotras la entendíamos, entendíamos que así era nuestra amiga y la íbamos a apoyar, a acompañar y a contener siempre.

Cap. 5 | Javier en mi vida


Había llegado el día en que Clara le contó a sus papás sobre el bebé. No recuerdo demasiado cómo fue. Me acuerdo que Emanuel y ella lo hicieron juntos, era lo lógico de todas formas, si el flaco la dejaba sola en ese momento, nos convertíamos en la mafia malosa que éramos y lo hacíamos desaparecer de la faz de la tierra.
Esa noche festejamos con helado y frizze azul, era religioso hacerlo así. A Clara solo la dejamos tomar un vasito, mientras que nosotras sin querer tomamos un poco de más.
No fue fácil para Clara contarle la verdad a sus padres, pero al menos las cosas no eran cómo habíamos pensado. Los papás estaban algo dolidos y desilucionados, pero a su vez prometieron ayudar y acompañarla siempre, al fín y al cabo ellos serían los abuelos de aquel bebé.
Por otra parte mi angustia se hacía cada vez más y más intensa, las cosas con Javier no iban hacia ningún lado. Era una relación enfermiza, todo el mundo me lo decía, mi familia, mis amigas y amigos, pero yo no podía dejar aquel amor, si es que era amor, al menos eso pensaba yo cada vez que lo veía. 
Lo nuestro siempre había sido algo así como platónico, eran palabras que iban y venían y nuestras actitudes de novios raras, como cuando aparecían escenas de celos o cuando compartíamos alguna salida con nuestros amigos.
Javier era a penas un año más chico que yo, y parecía de doce años con sus actitudes de niño bien, fastidiando al mundo y creyendo que es el dueño de la verdad absoluta. No se podía discutir con él, siempre te iba a ganar y yo ya había perdido ese juego con él, estaba derrotada ante sus ojos verdes color esmeralda, su nariz, su boca y sus gestos que tanto me enamoraban. Lo escuchaba hablar y sentía que era Borges redactando alguno de sus libros. Creía tanto como lo creía él que era un Dios, un Dios inalcanzable, aunque el mundo me dijera lo contrario.
Nuestra relación había empezado bien, charlas que me hacían sentir feliz. Hacía tiempo que no me interesaba tanto alguien, él se lo ganó. Nunca supe en qué momento comenzó a pensar mal de mí, al menos es lo que intentó decirme con aquellas palabras que resonaron durante meses en mi mente, palabras que aún no puedo borrar: "Cómo querés que te de bola, Paloma? Si vos te la pasás tirándole onda a todos, yo no quiero ser uno más del conjuntito". Ni siquiera lograba entender aquello que me decía. Yo tirándole onda a todos? A quién? Al parecer Javier no me conocía ni un poco. Detesto eso de los flacos, de la gente en sí, una es un poco simpática, tiene carisma y ya todos creen que se lleva el mundo por delante y  que está con cualquier pibe que se le cruce. No, esa no soy yo. A pesar de mis bromas y chistes algo subidos de tono y coqueteo, no soy ese tipo de chica. Además cuando tengo un solo objetivo, es eso lo que quiero y no quiero nada más, y para ese entonces mi objetivo era Javier, yo no iba a estar jugueteando con nadie más que con él, pero mis bromas o chistes con algunos amigos hicieron que él crea eso de mí. Y sentía que era irremontable, era con algo que no podía pelear, mucho menos competir con su chica del momento, definitivamente aunque yo dijera lo contrario, era mucho más linda que yo y no podía competir con sus encantos. Victoria era su nombre, y claramente yo ya había perdido ESA batalla.

Cap. 4 | El supuesto ángel de Gretta.


Le dije a Fla que ponga algo de música, sonó al fín CELEBRA LA VIDA. Ese tema me hacía estremecer, lo escuché detenidamente. Flavia le preguntó a Greta con quién hablaba tanto, - "tenés los dedos pegados al celular", le dijo. Greta se sorprendió y se hizo la desentendida y siguió con el teléfono. Todas suponíamos con quién hablaba tanto, y definitivamente no era con el novio. Sabíamos que detestaba que le digamos algo al respecto, se enojaba y ya habíamos optado por no decirle más nada, no queríamos que se ofenda, pero Flavia no se lo podía aguantar.
Flavia: - Otra vez estás hablando con Diego, no? Tu novio es un bobo, pero con qué necesidad hacés esas cosas?
Clara, Juli y yo nos miramos, sabíamos que no iba a terminar nada bien.
Greta: Podés meterte en tus cosas, Fla?
Flavia: No, no puedo. Además vos también sos mis cosas.
Greta: Yo no soy "tus cosas", chiqui. Soy tu amiga. 
Me acuerdo la discusión como si hubiese sido ayer. Fue un ida y vueltas de palabras. Al principio fue tranquilo, pero después...
Greta: Además... Cuál es tu problema? No entiendo. No hago nada, solo le pregunté a Diego cómo está, quería saber cómo está!! No te metas, Fla. De verdad.
Juli: Bueno, chicas, no se peleen. Ya está. No te enojes, Greti. Flavia lo dice por tu bien. No estás haciendo las cosas como corresponden.
Greta: Y qué es hacer las cosas como corresponden?
Flavia: No hablar con ese chico por ejemplo.
Greta: Si no me dejan de hinchar me voy.
Clara: No es para que te vayas, Greta. 
Greta: Bueno, basta entonces. Gracias.
Era un tema que habíamos hablado más de una vez, era una conversación inacabable. Podríamos estar horas y horas.
 Qué es lo que está bien? Qué es lo que está mal? Nadie es dueño de esa verdad. Por qué las personas siempre estamos queriendo hacernos los éticos, queremos enseñarle al otro cómo actuar. Porqué creemos que alguien hace algo malo cuando hace lo que siente? Greta se equivocaba, estaba jugando con fuego, pero también era algo que no podía controlar y eso, eso hacía que la pudiéramos comprender. Aunque no sé si se trataba de comprensión, o era que no queríamos perder a una amiga. Porque cuando se trataba de "Diego" así lo sentíamos,  sentíamos que si decíamos algo de él, algo malo, la podíamos perder, entonces cuando las cosas se ponían tensas preferíamos poner nuestras opiniones en mute, preferíamos silenciar nuestros ideales y no acotar de más.
Greta creía que Diego era un ángel, un ángel que había venido a ayudarla cuando las cosas con chicho y la vida en sí estaban mal. Nosotras pensábamos lo contrario, pero ya se lo habíamos dicho como dije, y no lo podíamos volver a repetir.

Cap. 3 | Clara tiene miedos


Le dije a Clara que me encantaba el nombre PILAR, que me parecía perfecto y que la íbamos a malcriar y a cuidar siempre. Entonces me dijo: Me siento sola, Palo. Sé que me vas a decir que están ustedes, que me van a ayudar, pero desde que supe que estoy embarazada no hay una noche que no llore. Mis viejos no tienen ni idea de lo que me está pasando, Emanuel parece que está en otro planeta, no sé da cuenta de nada, no sé con qué cara voy a empezar el colegio, y mucho menos sé cómo afrontar esta situación. Ustedes no lo entienden, se piensan que me divierte verlas elegir un nombre o pelearse por el cariño de un bebé que ni si quiera nació, que ni si quiera sé que tengo en la panza, por que no lo siento así. Parece mentira que voy a ser mamá, y tengo miedo, mucho miedo, miedo de decirle la verdad a mis papás, miedo de quedarme sola, miedo a que mi novio me deje, miedo a lo que digan los chicos en el colegio, a las miradas de los demás, tengo miedo que ustedes se alejen de mí porque van a estar en otra sintonía. Tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar. Me siento sola. Ni vos, ni las chicas saben lo que estoy pasando. Tengo una mezcla de sensaciones interminables, me siento feliz, pero también me dan ganas de desaparecer. 
Por primera vez en la vida me quedé callada, sin nada qué decir. El mundo entero se reía de mí porque no sé estar callada, porque no puedo parar, pero en ese momento, no tuve palabras, no supe qué decirle a una de mis mejores amigas. Yo que me la pasaba diciéndole al mundo en la cara las cosas que me salían sin pensar en lo mucho que pueden repercutir en el otro, yo que no me guardaba nada, esa vez, no encontré la manera de calmar a Clara, que no paraba de llorar. 
Esa noche arreglé con las chicas para hacer una pijamada en la casa de Flavia, siempre que íbamos mamá Silvana nos cocinaba riquísimo. Ya me había ocupado de que las chicas sepan al respecto de la charla con Clara, al menos lo que para mí era importante. El motivo de la reunión tenía mucho que ver con eso. Necesitábamos de alguna manera remediar nuestro egoísmo semanal y ayudar a Clari, hacer algún plan para que se sienta mejor.
Comimos y nos fuimos a acostar, nos pusimos los pijamas y nos tiramos a charlar. Era muy gracioso ver como Julieta y Gretta se peleaban por tocar la panza de Clarita. Flavia me pidió que le haga una trenza, y me dijo: Quizás enganche algún bombón en el sueño y deje un poco la soltería, con esta trenza me chapo alguno seguro. En seguida Gretta añadió lo mucho que deseaba estar soltera, y que ya era una tortura estar con Chicho. Que tenía ganas como de "otra cosa". Nos divertimos con su confesión, todas en el fondo sabíamos que a ella le encantaba Diego, aunque no estuviéramos muy de acuerdo al respecto. 

Cap. 2 | Pilar.


Había pasado una semana de la noticia y con las chicas estábamos entusiasmadísimas con el asunto, nos peleábamos por los nombres, el sexo y por quien era la tía preferida. Habíamos pensado por alguna razón todos nombres con P... Paula, Pablo, Paz, Priscila... Por mi parte yo prefería que sea nena, me encantan las nenas, las podés peinar, ponerle vestidos. Ya me imaginaba con mi sobrina jugando. Greta, Juli, Flavia y yo estábamos tan emocionadas que no nos dábamos cuenta de la tristeza que tenía Clara, de los nervios, ni siquiera escuchábamos sus opiniones respecto del bebé. 
Julieta que era la más pendiente de las cosas que nos pasan a todas, me llamó por teléfono y me dijo: Palo, hay algo que estamos haciendo mal. No la veo feliz a Clara, está angustiada y nosotras somos unas egoístas. 
Esa tarde la palabra "egoista" resonó en mi mente más de una vez. Siempre que hablaba con Juli me pasaban esas cosas. Ella tenía siempre las palabras justas para dejarme tecleando, siempre me decía la verdad y le pegaba al palo, algunas veces le hacía caso y otras no, aunque muy en el fondo yo sabía que estaba en lo cierto. Ese día, como siempre, tuvo razón.
Después de dar algunas vueltas en casa, deambular por mi cuarto cual persona con ataques de ansiedad, sentarme, pararme, acostarme, leer, estar en la compu, me decidí, compré un kilo de helado y me tomé un remis hasta la casa de Clara. Entré como si nada, saludé a sus padres y fui directo a su habitación, adornada cual princesa. Era todo angelical y celestial como Clara. Clara era luz, era amor. Y su cuarto mostraba más de ella. No sé porqué siempre las habitaciones de la gente tienen ese no sé qué que lo hacen tan personal. Que lo hacen tan único, el aroma, los colores, el orden o el desorden. Clara era un poco parecida a mí en ese sentido, ambas éramos un desastre, pero aún así su cuarto seguía pareciendo tierno, como su carita de mamá que estaba empezando a tener, lo vi cuando levantó la vista y sonrió para saludarme. Y entonces le dije: Traje heladito para compartir. Me burlé un poco de ella, siempre la cargábamos con las chicas, teníamos recuerdos de Clari de nuestra niñez, donde le costaba compartir, no era fácil para ella al parecer, se había llevado esa materia, la tenía previa desde el jardín, y era una de las cosas que más nos hacía divertir, como cuando recordábamos la polera blanca de Juli debajo de la camisa del colegio.
Clara estaba acostada y tapada hasta la cabeza, se sentó y me dijo: Yo también quiero que sea una nena al igual que vos, es más, creo que es una nena, y se va a llamar PILAR.

Cap. 1 | NOS une una NUEVA noticia.


Realmente estaba muy ansiosa... era nuestro último año en el colegio. Se venían cosas buenas y NUEVAS. Con las chicas habíamos organizado un montón de cosas, parecía que éramos las únicas preocupadas en que éste, nuestro último año juntas en el cole, fuese el mejor. De todas formas a mí me faltaba algo y todavía no sabía qué...
Esa tarde me acuerdo perfecto de un llamado de Juli, era urgente, y estaban todas en su casa reunidas. Me habían envíado mil mensajes, pero yo estaba volando no sé en dónde, seguro fantaseando con Javier, era lo único que tenía en mente cuando no prestaba atención al resto de las cosas. Le dije que dormía, mentí. Le mentí a mi mejor amiga. Ella odiaba a Javier. Supongo que es la misión de las mejores amigas. Odiar a todo ser humano que te hace daño, y Javier era la persona más fastidiosa del planeta, Juli a penas lo había visto alguna que otra vez, pero para ella valían más las veces que me vio llorar o triste, así que le daba igual, ella no lo toleraba, era un imbecil, por eso preferí decir que dormía, en lugar de contarle la verdad.
Me cambié, porque todavía estaba en pijama y me fui en bici, amaba andar en bicicleta.
Cuando llegué vi que Clara estaba con los ojos llorosos. Me preocupé y la abracé. Flavia estaba como enojada, así era ella, quejosa, especialmente cuando las cosas no estaban bien. 
Flavia: Ahora contá, Clarita. Ya estamos cansadas de esperar.
Greta estaba ansiosa y sin saber porqué ella también ya estaba lagrimeando. Me senté en un puff rosado de la habitación de Julieta. Y le tiré con un peluche a Clara y le dije: - Contá, amiga. Pasó algo con Ema?
Clara se puso a llorar peor aún, no supe qué hacer, Julieta la abrazó y le dijo: - Es lo que estoy pensando, Clari? Clara asintió con la cabeza.
De la nada nos pusimos a llorar las cinco y nos abrazamos. Clara nos confesó entre lágrimas que estaba embarazada. Aún no descubría si llorábamos de alegría o tristeza. Era raro. Clara a penas tenía 18 años, estábamos a una semana de empezar el cole, y todo lo que habíamos planeado juntas estaba a punto de derrumbarse, eso creo que generaba melancolía en el ambiente. Por otro lado Julieta siempre con fe, y creyendo que las cosas suceden por alguna razón, y no por cualquier razón sino porque era lo que Dios nos tenía preparado.  Intentó hacernos ver el lado positivo y tierno de la situación.
Cuando hablo de NOS, es porque nosotras éramos uno, y ese bebé que Clara tenía en su pancita era NUESTRO bebé.