Le dije a Clara que me encantaba el nombre PILAR, que me parecía perfecto y que la íbamos a malcriar y a cuidar siempre. Entonces me dijo: Me siento sola, Palo. Sé que me vas a decir que están ustedes, que me van a ayudar, pero desde que supe que estoy embarazada no hay una noche que no llore. Mis viejos no tienen ni idea de lo que me está pasando, Emanuel parece que está en otro planeta, no sé da cuenta de nada, no sé con qué cara voy a empezar el colegio, y mucho menos sé cómo afrontar esta situación. Ustedes no lo entienden, se piensan que me divierte verlas elegir un nombre o pelearse por el cariño de un bebé que ni si quiera nació, que ni si quiera sé que tengo en la panza, por que no lo siento así. Parece mentira que voy a ser mamá, y tengo miedo, mucho miedo, miedo de decirle la verdad a mis papás, miedo de quedarme sola, miedo a que mi novio me deje, miedo a lo que digan los chicos en el colegio, a las miradas de los demás, tengo miedo que ustedes se alejen de mí porque van a estar en otra sintonía. Tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar. Me siento sola. Ni vos, ni las chicas saben lo que estoy pasando. Tengo una mezcla de sensaciones interminables, me siento feliz, pero también me dan ganas de desaparecer.
Por primera vez en la vida me quedé callada, sin nada qué decir. El mundo entero se reía de mí porque no sé estar callada, porque no puedo parar, pero en ese momento, no tuve palabras, no supe qué decirle a una de mis mejores amigas. Yo que me la pasaba diciéndole al mundo en la cara las cosas que me salían sin pensar en lo mucho que pueden repercutir en el otro, yo que no me guardaba nada, esa vez, no encontré la manera de calmar a Clara, que no paraba de llorar.
Esa noche arreglé con las chicas para hacer una pijamada en la casa de Flavia, siempre que íbamos mamá Silvana nos cocinaba riquísimo. Ya me había ocupado de que las chicas sepan al respecto de la charla con Clara, al menos lo que para mí era importante. El motivo de la reunión tenía mucho que ver con eso. Necesitábamos de alguna manera remediar nuestro egoísmo semanal y ayudar a Clari, hacer algún plan para que se sienta mejor.
Comimos y nos fuimos a acostar, nos pusimos los pijamas y nos tiramos a charlar. Era muy gracioso ver como Julieta y Gretta se peleaban por tocar la panza de Clarita. Flavia me pidió que le haga una trenza, y me dijo: Quizás enganche algún bombón en el sueño y deje un poco la soltería, con esta trenza me chapo alguno seguro. En seguida Gretta añadió lo mucho que deseaba estar soltera, y que ya era una tortura estar con Chicho. Que tenía ganas como de "otra cosa". Nos divertimos con su confesión, todas en el fondo sabíamos que a ella le encantaba Diego, aunque no estuviéramos muy de acuerdo al respecto.
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