miércoles, 17 de julio de 2013

Cap. 13 | Fuera de MI burbuja

Hablando de burbujas... Javier nuevamente se había insertado como por arte de magia en la burbuja que yo estaba intentando formar con Augusto. Cuando supo que estaba con alguien, no hizo más que intervenir, que molestar y aparecer. Lo noté desesperado, sentía que me iba a perder, se deshizo de su chica, la tal Vicki ya no era competencia alguna, pero ahora quien se sentía desdichado y con un rival al que no podía enfrentar era él. 
¿Cómo no sentirse abrumado por Augusto? Era bueno, lindo, caballero, me hacía reír y no tenía nada que ver con aquella relación enferma en la que me había envuelto él desde que nos habíamos conocido. Así fue tanta su desesperación que se apareció una tarde en casa.
Admito que me sorprendió, hasta me causó gracia. Si sabía esto desde antes, me hubiese puesto de novia con el primer fan que aparecía en mi vida. Pero no era eso, Javier sabía que los otros chicos que había conocido con anterioridad no eran iguales a Augusto, mucho menos a él. Esta vez, Javier, no se sentía el Dios supremo de mi vida, y eso lo sacaba de órbita. 
A penas abrí la puerta, entró, saludó a mamá, y se sentó en uno de los sillones del living. Lo miré, le ofrecí algo de tomar, negó con la cabeza. Tenía la mirada hacia abajo, no podía ver sus ojos que siempre chispeaban color y luz. Le dije de ir a charlar a mi habitación, lo noté confundido y preocupado. A penas entramos me dijo: "Quisiera saber qué tanto vale la pena el flaco con el que andás." Se tiró a mi cama en la que alguna vez habíamos dormido juntos y yo había sido feliz y me invitó a recostarme. Quedé inmóvil como cada vez que me sorprendía, como cada vez que lo veía, me hablaba o escuchaba hablar de él. Le pedí que fuera breve, que tenía que salir. Se sentó, se agarró la cabeza y me dijo: "No sé en qué andás, pero no quiero que te hagan mal. No quiero." Juro por Dios que quise asfixiarlo con la almohada, tirarme encima y aplastarlo, sentí deseos de matarlo, sentí odio y bronca. No entendía sus palabras, a qué venía con todo esto. Es la persona que más daño me hace y me viene a hacer estos planteos. Siempre igual pensé. Yo tenía que bancarme a Vicki y a todas las flacas con las que andaba, se la pasaba dándome explicaciones, argumentando de porqué les daba bola y por qué a mí no, me tenía cansada con el: "no te quiero lastimar", "no te quiero ilusionar", "no quiero que pienses mal de mí". No pienso mal de vos, no quiero pensar más en vos que es diferente. Me matás. Venís así como si nada y me hacés estos planteos pelotudos. Pensé en las mil formas en la que podía causar su muerte así de una vez por todas iba a llorar, pero no porque no lo podía tener, porque estaba con otras en mi cara o porque me trataba mal o me hacía sentir una idiota, esa vez iba a llorar, pero por otra cosa. Conté hasta diez, volví en sí, dejé todos esos pensamientos en el inconsciente y le pedí que se fuera. 
Sonó mi celular, era Augus. 
Augusto: Ya estoy listo, avisame cuando salgas que te espero.
Yo: Tuve un imprevisto, en cuanto me desocupo te llamo y nos vemos.
A penas corté la comunicación Javier me interrogó. Le dije entonces: ¿Qué te pasa, nene? ¿Estás loco? No podés venir a mi casa, entrar como si nada, hacerme planteos de este tipo, decir que no querés que me lastimen cuando sos vos el que me vuelve loca, cuando sos vos el que me genera frustraciones. Dejame tranquila, hacer mi vida. Estás acá porque sos un egoísta, porque te da placer saber que estoy atrás tuyo, saber que me gustás, que me preocupo por vos, que no dejo de pensar en vos, no porque a vos te pase todo esto conmigo. Somos grandes, Javi, no soy tonta. Así como yo te dejé de molestar cuando vos me dijiste que te podía generar un problema con tu novia, ahora vos hacelo por mí, si me querés aunque sea un poquito, hacelo por mí. Complaceme una puta vez en la vida.
Me dijo: Me escribís canciones, me hablás, me decís que me vas a ir a ver y yo soy el que hace planteos pelotudos? Te estoy diciendo que no quiero que te hagan mal, vos no sabés elegir. Sos inocente y no te das cuenta de las cosas, yo no creo que el pibe con el que estás esté ni un poco a tu altura, a lo que vos necesitás. 
Me acerqué, me senté al lado, lo miré fijo a los ojos y le pregunté: ¿Qué es lo que necesito? Bajó la mirada, hizo una mueca, la que hacía siempre que estaba confundido, movía los ojos y la boca de una forma muy graciosa, a mí me encantaba cuando lo hacía, me hacía sentir que estaba preocupado, esa mueca me informaba que algo para él no andaba bien. Y supe que no tenía la respuesta a mi pregunta, porque a pesar de que a veces no sabía que tenía entre manos, que a veces no tenía idea con qué iba a salir, lo conocía, y conocía cada uno de sus movimientos, porque así era yo, cuando algo me interesaba demasiado observaba, investigaba y hacía anotaciones mentales. Javier se alejó, se alejó una vez más de mí, se alejó de mis ojos, de mis labios, se paró, dio una mirada a mis cosas, vio una foto nuestra en mi escritorio sin el cuadro, tirada, sola, como abandonada, me miró, hizo un gesto con las manos y se fue. Se fue de nuevo y me dejó agonizante, sin aliento y con ganas de llorar.
Agarré mi cartera, respiré profundo y salí. Me subí al bondi, me puse los auriculares y en mi celular sonó: "fuera, fuera, fuera vanidoso, fuera, fuera, fuera, mentiroso, fuera, fuera, fuera de mi vida..."

Cap 12 | La burbuja de Gretta


La semana transcurrió normal, no tenía mucho tiempo para pensar en lo que había pasado con Javier. Con las chicas estábamos organizando un desfile para juntar dinero para nuestra fiesta de egresados. Julieta era la más eufórica, estas cosas la hacían alucinar, se ocupada de casi todo. No voy a negar que a mí también me encanta ocuparme de estas cosas, pero la verdad es que tenía la cabeza así como en otro lado y esta vez no era Javier. Tampoco era Augusto. Era Gretta. Gretta que parecía no saber qué hacer con su vida, con su dolor, su bronca, y con Diego. 
Me sentía algo culpable. Yo tenía mucho que ver con todas las incertidumbres que hoy se le presentaban a Gretta. Con las chicas creímos que una vuelta por el departamento de Diego no iba a estar nada mal, le aconsejamos que fuera aquella noche, que se diviertiera, que disfrutara y que se olvidara un poco de Chicho, de los engaños y de lo mal que la estaba pasando durante esos últimos días. 
Presentía que nos habíamos equivocado. Ahora Gretta se encontraba envuelta, enroscada y hasta casi muerta de amor. No entendíamos nada, y nos daba miedo, nos daba mucho miedo de que Gretta sufra más de lo que ya estaba sufriendo. Estas son las cosas del amor que no entiendo. ¿Cómo puede ser que siempre caigamos con la misma piedra, que siempre choquemos con la misma pared, que siempre nos desacomoden las neuronas las personas que no deberían hacerlo? A Gretta no se le había desacomodado una sola neurona, yo creo que las había perdido para siempre, las tenía desacatadas, enloquecidas, esparcidas en cualquier otro mundo.
Era extraño. La veías llorar, insultar a chicho y a los dos mínutos la tenías hablando embobada sobre lo que había hecho con Diego la tarde anterior, o el mensaje que acababa de mandarle. No voy a decir que no la bancaba, ya lo dije antes, con las chicas siempre nos bancamos, no importa lo que sea, siempre nos ayudamos, nos entendemos, pero juro que esta vez yo no la entendía, mucho menos Clari. Para Clara, Gre tenía que volver con Chicho y no ver nunca más en la vida a Diego, pero era inevitable. Diego se había vuelto el sujeto más nombrado,  el más "amado", para nosotras era infumable. Sentíamos que quería caernos bien. Una noche, que nos acompañó a mí y a Gre hasta casa se lo dije, le dije que a pesar del comportamiento de Chicho, yo lo seguía queriendo a él. No aceptábamos a Diego y eso finalizaba siempre con enojos, peleas, entre dichos. No queríamos que eso pase, no queríamos perder a Gretta, pero ella estaba ciega y nosotras de esta relación no teníamos el control.
Nuestra preocupación ya no era arrancarle la cabeza a Chicho, ni pincharle los ojos con un tenedor, nuestra violencia había desaparecido. Gretta creía que no estábamos de su lado. Se quejaba, y eso generaba mucho malestar, pero nosotras en realidad no queríamos que esté con Diego, no queríamos que se entere Chicho, teníamos más temor que Gretta, a quien no parecía importarle tanto. Cada vez que Diego aparecía, Gretta quedaba atrapada en una burbuja, una burbuja completamente ermética, irrompible, burbuja en la que no podíamos entrar.

martes, 2 de julio de 2013

Cap 11 | mi obsesión

Era para mí algo así como una obsesión mirar el facebook de Javier, lo miraba al rededor de tres o cuatro veces en menos de una hora. Estaba completamente desquiciada, su historia de amor con Vicki me tenía desconcertada, tan desconcertada como el embarazo de Clara, como lo que le hizo Chicho a Gre, como lo mucho que había cambiado Fla en estos últimos días y lo enamorada que estaba Juli de Pacho, tan desconcertada como los besos que acababa de darle a Augusto hacía tan solo 20 mínutos al despedirnos. Estaba demente o algo así... No sé.
Pensé que la presencia de Augusto en mi vida iba a cambiarlo todo, y Javier iba a desaparecer de ella por completo, pero no, ahí continuaba yo pensando en él. No sé cómo hacía, no podían dejarme sola, a penas tenía cinco mínutos libres, sin Augus, sin las chicas, sin pensar en Bariloche, sin pensar en la fiesta de egresados, los disfraces, sin Pilar, y CHAU, Javier aparecía como por arte de magia. 
No pasaron cinco mínutos en que me había despedido de Augusto, había subido al colectivo rumbo a casa que estaba mirando la última conexión de Javier. Entonces le hablé. No sé porqué lo hice, hacía un mes que no sabía nada de él. Escribí, borré, escribí, borré. Yo no era para nada insegura, pero Javier provocaba eso en mí, inseguridad, temores. Nunca sabía qué escribirle, ni cómo, jamás sabía cómo se iba a tomar las cosas, a veces me hacía sentir una inútil, entonces ese era mi miedo, que una vez más me haga sufrir. Solo escribí "hola". Nunca antes había respondido tan rápido. Me habló como si el plantazo de hacía un mes atrás no hubiese pasado, como si yo no le hubiese dicho cosas horribles, me habló normalmente, como en las épocas en la que nos llevábamos muy bien. Me llamó la atención, pero seguí su juego, como siempre hacía. Me acuerdo que dijo que tenía ganas de verme y de charlar, que hacía rato no sabía nada de mí, y que le entusiasmaba la idea de escucharme hablar pavadas como suelo hacer siempre. Ya no supe qué responderle. Javier me gustaba, jamás me había dejado de gustar, claramente en un mes no nos olvidamos de las personas que queremos por más que nos hayan hecho sufrir, pero las cosas con Augusto estaban mejor que nunca y no lo quería arruinar, mucho menos por Javier, que lo único que generaba en mi vida era incertidumbre y tristeza. 
Admito que me sorprendí cuando me llamó y me dijo: No pensás contestar mi divertida propuesta de vernos?  Me sonreí, definitivamente jamás se enteró de eso. Le dije que tenía cosas que hacer, pero a penas me desocupara, lo iba a esperar al colegio. No sé de dónde saqué tanta fuerza y no le respondí que SÍ desesperadamente al primer mínuto. Me sentí importante y creí que todo eso era producto de la buena estrategia de conquista que usaba Augusto en mí. Me equivoqué y recordé que así era yo cuando algo no me interesaba demasiado o hasta quizás me repregunté si era mi estrategia de conquista hacia Javier, que así como a mí, para nada le gustaban las cosas cuando se ponían fáciles.
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Esa noche no dormí, di vueltas y vueltas en la cama. Las chicas preguntaron qué me pasaba, si lo había visto a Augusto y si las cosas estaban bien. Respondí solo monosílabos. SI, NO, SI, NO. Juli que bien me conocía me llamó por tel y le conté que el problema de mi vida había aparecido y que claramente yo tenía la culpa de todo, que lo inicié todo. Juli por primera vez no me retó, me dijo que si lo necesitaba, que fuera a verlo, que hablara con él, pero que sola me iba a seguir dando cuenta de que lo único que hacía Javier era perjudicarme.
Me acuerdo que me dormí escuchando uno de los temas de Luis Fonsi que me había hecho escuchar Juli, era uno de los que más me gustaba, de hecho el que más me gusta. El tema decía claramente cómo era mi estado en ese momento. ¿Qué hice? Se lo escribí: "Mi corazón da un paso en falso y vuelve a tí, sigue latiendo contra mí...". Y esperé una respuesta que durante toda esa noche jamás apareció, que me quitó el sueño y no me dejó dormir.

Cap 10 | Son todos iguales.

Había quedado detonadísima después de hablar una hora por teléfono con Greta. Estaba enfurecida. Chicho era un ímbecil. Todos los hombres lo son, pero esa tarde lo habíamos comprobado. 
Juli había acompañado a Clara a un control, Ema no podía ir, así que Juli, como siempre se ocupó del asunto. Yo me había juntado con Fla a terminar unas cosas para el cole, y Greta se había ido a encontrar con alguien. No sabíamos quién, pero era alguien que había estado molestando toda la mañana con mensajitos turbios e insoportables. Así que fue. No quiso que ninguna de nosotras la acompañe. De hecho, yo sola sabía a dónde iba en realidad. Las chicas le habían dicho que no fuera.
Recibí un llamado de Gretta llorando. Una hora al teléfono diciéndome cosas que no entendía. Lo único que había captado de toda la conversación, de las diez mil palabras con llanto y al parecer con mocos  era algo así como que Chicho era un traidor, basura y que la había engañado. A penas corté la miré a Flavia que no entendía nada, ni siquiera yo entendía porqué dije tantas palabrotas adelante de la nona de Fla. Apoyé el celu sobre la mesa y dije: Chicho se la mandó. Flavia que poco aprecia al sexo masculino dijo más insultos que yo claramente, bajó la mirada y siguió haciendo las cosas del cole. La llamé de nuevo a Greta.
Yo: Escuchame, Gre, no cortes, gorda. ¿Dónde estás? ¿Querés que vaya para allá?
Greta: Estoy caminando.
Yo:  Bueno... ¿Dónde?
Gretta: No sé... Siento que me voy a desmayar.
Se corta la comunicación. Agarro mis cosas y me voy. No sabía a dónde. Empecé a llamar a Clara y a Juli, no atendían. Flavia salió corriendo atrás mío. No sabíamos a dónde buscar a Greta. Es en estos momentos cuando deseamos que los amigos tengan un chip y encontrarlos gracias a algún tipo de gps o algo así.
Flavia intentaba comunicarse con Greta, pero no atendía los llamados. Al fín me llama Juli.
Juli: ¿Qué pasa, loca? 13 llamadas perdidas... ¿Alguna más?
Yo: Boluda, se pudrió todo.
Juli: ¿Con qué? ¿Qué pasó? No me asustes. ¿Javier?
Yo: Nono, Greta.
Juli: ¿Qué pasó, Paloma? POR DIOS.
Yo: Chicho es un idiota.
Juli: Ya sabemos. ¿Qué más?
Yo: Camina con Clari hacia la plaza, la que está en frente del cole, te veo ahí en quince mínutos.
Juli: Pero, dale, tarada! Decime qué pasó? Te juro que voy y lo agarro con mi metralleta imaginaria.
Yo: Le puso los cuernos. No sé bien. 
Juli: ¿Queeeeeeeeeeeeeeeee?
Yo: Lo que escuchás.
Juli: Ah! peroooo... es el más grande de los idiotas del mundo!
Yo: Escuchame, hablé con Greta, me dijo que se iba a desmayar y me cortó. Flavia está llamándola y no atiende.
Juli: ¿Y porqué vas a la plaza? ¿Se fue a encontrar con la flaca que estaba molestando hoy?
Yo: Sí.
Juli: Le dijimos que no fuera.
Yo: Te veo allá. Beso.
Llegamos con Fla a la plaza, creo que nunca caminamos, ni corrimos tanto. Habíamos hecho el ejercicio que no hicimos por años. Las vemos a Clara y Juli sentadas en un banco.
Clara: La estamos llamando, pero no atiende.
Flavia: No estará con el otro flaquito, no?
Clara: ¿Alguna tiene el número?
Yo: Claramente no.
Juli: ¿Llamaron a la casa?
Yo: No, es que le dijo a la mamá que venía de Fla.
De repente la vemos venir con Diego. 
Fla:  Te dije que estaba con ese inútil.
Diego nos saluda y todas lo miramos con cara rara.
Diego: No se siente bien, no sé qué pasó, la encontré caminando por Constitución como perdida y llorando.
Fla: ¿No podés hablar, Greta que nos tiene que contar todo este chabón?
Juli: Bancá que seguro se siente mal.
Diego le soltó la mano a Greta y nos pidió que la cuidemos y llevemos a la casa.
Yo: Vayamos a tomar un remis.
Clara: Yo me voy a casa, chicas. Ahora pasa mi viejo por acá. Esperen que venga.
Greta se largó a llorar, la miramos a Clara y la abrazamos todas. No entendíamos nada, pero sentíamos que teníamos que estar ahí. No sabíamos bien qué había pasado con Chicho, ni porqué este chico nos daba tantas explicaciones y nos decía cómo teníamos que proteger a nuestra amiga, si de algo sabíamos nosotras era de protección... 
Clara se fue a la casa y nosotras la acompañamos a Greta. Los papás se asombraron al vernos entrar, definitivamente no esperaban nuestra visita. Entramos casi corriendo a la habitación y nos encerramos con llave. Greta estaba algo así como inmutada y nosotras no queríamos abasallarla con nuestras preguntas hasta que volvió a llorar. Juli la abrazó, le dijo que se tranquilice, que nosotras no la íbamos a dejar y si era necesario nos íbamos a quedar a dormir con ella para hacerle compañía.
A la noche ya estábamos todas instaladas en su casa, había venido Clara, y mientras nos reíamos y comíamos algo, Greta habló del tema. 
Greta: Les voy a contar todo, chicas. Gracias por bancarme todo el día. Ahora siento que puedo hablar. 
Comenzaron a caerse algunas lágrimas...
Greta: Me encontré con la chica esta. Me contó muchas cosas de chicho que yo no sabía, me dijo cosas puntuales que él hizo, con fechas, horarios...
Fla: Ah! pero qué hijo de puta!.
Greta: Siempre me mintió, chicas. Me boludeó y no me engañó con una, sino con varias. La angustia que siento es impresionante.
Clara: Pero.. a ver, Greta... No podés estar segura. No la conocés a la mina, no sabés quién es. Y si es todo mentira.
Greta: No puede ser todo mentira, las cosas que me dijo, cosas que yo sabía que supuestamente había hecho... No es mentira. Y lo peor es que no sé cómo encararlo. No sé qué hacer con esto que siento. Estoy muy dolida.
Juli: No es para menos.
Greta: Me llamó dos mil veces y no lo atendí.
Yo: Pero tenés que hablar con él, Gre. Tenés que ser fuerte, encararlo y romperle la cara.
Fla: Sí, no lo dejes por teléfono. Hablá personalmente, desquitate toda esta angustia.
Greta: Lo odio, chicas. Estoy mal, realmente mal.
Clara: Yo no creo que sea cierto.
Fla: Pero, Clara! No estás escuchando vos?
Clara: Sí, pero no sabemos quién es la mina.
Juli: Eso no importa, vos ahora tenés que hablar con chicho, cuando estés preparada para hacerlo, en el momento en que lo desees. Si querés dejar pasar unos días, hacelo. Total... No se merece ni un poco que hables con él, aunque sea lo lógico, pero hacelo cuando te sientas con ganas.
Greta: Sí, voy a ver qué hago.
Yo: No estés mal, amiga. Estamos acá para bancarte.

Cap 9 | Su aroma a través de la lluvia.

Llovía. Y mi estado era desastroso. Una vez más había caído en su trampa. Javier me había dicho de vernos, lo esperé creo que más de cuarenta mínutos, y las gotas empezaron a mojarme, y junto con las gotas mis ojos comenzaron a lagrimear. Me sentí una inútil. Peor que eso no podía estar, hasta se me había corrido el maquillaje. Me quedé inmóvil mirando hacia el piso un largo tiempo, alguien levantó mi mirada y lo vi. Lo vi sonriendo, con cara de ángel y mirada pícara. No, no era Javier. Era un príncipe encantado que venía a rescatarme. No me dijo nada, solo me dio la mano y empezamos a caminar bajo la lluvia. Creo que intenté acomodar mi cara, pasé mis manos por debajo de mis ojos y me reí, habían quedado negras del maquillaje, estaba con el chico más lindo del universo, caminando de la mano y aparentaba ser una ciruja. Por alguna razón Augusto no había hecho ninguna pregunta. Me habló de lo mucho que le gustaba caminar bajo la lluvia, que venía de ver a su abuela y que me encontró de pura casualidad, que le encantaba verme y que a pesar de mis fachas, de haber estado llorando por algo que él no sabía le parecía hermosa como el primer día que me vio. Me sonreí y a penas intenté contarle algo de lo que me había pasado me encontré dándole besos de telenovela, los besos de Marcos y Victoria  en dulce amor eran insignificantes al lado de los besos que nos estábamos dando con Augusto. Realmente eran de novela y sentí que se habían movilizado todas las partículas de mi cuerpo. Ni los besos de Javier sabían así. Fuimos a merendar, lo primero que hice fue ir velózmente al baño, me vi y me sentí peor, intenté ponerme linda, les hablé a las chicas, les envié una foto llorosa y salí. Ahí estaba él. Parecía de mentira. Yo no entendía porqué estaba siempre tan sonriente. Sus labios felices iban de oreja a oreja y su mirada decía todo lo que querías escuchar. No hacía falta que diga nada, creo que me perdí más de una vez en su voz, en sus ojos mientras parloteaba. No puedo descubrir aún si en algún momento se dio cuenta de lo mucho que me dispersaba de la charla mirándolo. No podía dejar de observarlo. Era dulce, lindo y me hacía reír. 
Después de haber charlado varias horas le dije que me tenía que ir y le agradecí. La lluvia no había sesado, pero caminé de nuevo con él felizmente hasta la remisería. Me besó y me fui. Seguí mirándolo por la ventanilla y lo observé por última vez. Me di vuelta, y mientras le indiqué la dirección al conductor, suspiré profundamente. Su aroma había quedado en mí, me sonreí.